miércoles, 18 de noviembre de 2009

Caminar con los talones

En un cambio de escala me sumerjo en los rocosos muros que aprietan mi ciudad

Estoy llena de preguntas...

Me sostengo en el solo echo de mirar hacia afuera, por aquella ventana.
Hoy me declaro aficionada al mundo real, aquel que esta fuera, el que rodea mi piel,
Televidente de un mundo que se ha escrito en tus muros.
Y sus sueños...
¿Dónde están?, porque hoy, no los hemos compartido, en un día indefenso, de cielos angustiados y vientos que nos da la perspectiva.
Caminaba tanto, tanto, que debí levantar los extremos de mis pies.
Caminar con los talones, así no se sentiría el tacto.
Caminaba a cielo abierto y fue allí donde un edificio, que encerraba el secreto de un pasado frigorífico, vestido de cornisas, balustros y molduras, me arrojo parte de su cuerpo.
Y dos segundo después, me había dado cuenta que el tamaño de tus dos manos refilaron mi nariz.
Recordando las manos de aquel arquitecto del año 22, recordando aquel frigorífico del año 22.
Espectro de dos cuadras antes.
Espectro de dos cuadras después, donde una señorita me hablaba desde su ventana, tenia una cocina, un baño y un comedor, como vos y como yo.
Pero no como él.
Yo no sé si fue el viento o el refilón, pero aquello me daba la perspectiva.

Estoy llena de preguntas...

Y ya regreso a casa en el silencio del aire, el viento, tu aliento, el momento antes, los dos segundos después.

Estoy llena de preguntas...



8:00 PM

Tripico de un jueves
Concebido un jueves de hojas brillantes, de contorno de rayo de luz,
bajo la sabia que corre por tu cuerpo, bajo tu cuerpo que corre por la sabia, perdidos en el rencuentro de un risueño día abierto.
Una hoja que ya no esta, como comunicado de la semana, de una mañana cerrada de las 8:00 PM.
Ha tocado el reloj, bajo tu mesada tu cuerpo, de mármol y piel de gorrión.
Tripico, tu cabeza, tu cuerpo y tus pies con manos,
Se desvanece inconsistente, el instante por la 9 de julio, por libertador y juramento.
Desde el ápice de mi posición ya no observo, solo miro con los ojos bien abiertos, sin bancos, ni ojos en la espalda.
¿Cuándo te retiras y cuando llegas?.
Tripico de un ciempiés, observad, camina sobre tu piel.
¿Es que acaso no lo sientes?.
Lo que sabes, el camino a la colina del Aconcagua con tus ojos a cielo abierto,
¿ Lo vez?.
Y tu ahí, en el eje central, punto centro del obelisco, entre paredes de compresión, vista de ápice y columna vertebral.
Lleva allí una semana...
y te recuerdo el cielo abierto, la colina del Aconcagua.
Una pequeña ventana...



Antes del mediodía

Podría ser contador se resumió aquella mañana.
El campo era verde y la ilusión era perfecta...y yo que había llegado antes de lo puntual.
Antes del mediodía.
Tal vez siempre creí en la magia, en aquello de las botas de tu padre, de punta, tacón.
Y por esas casualidades de la vida se dirigían por plena Avenida Santa Fe, donde el asfalto ardiente comenzaba a dorar los pigmentos de la piel y se movían en zigzag coloridos vestidos, entallados a la cintura, que me habían recordado la llegada de una nueva estación.
Allí se veían los pasos entre el 60 y el 152, dejando huellas con aroma a botas tejanas y estallidos de colores, que ya empezaban a arder subiendo de la punta de los dedos, pasando por el eje de la columna dorsal y estacionando en algún que otro molar.
El campo era verde...

Perfecto.

Y aunque no me habían hablado de un padre, insinuosas se dirigían antes de lo puntual, en un momento, una esquina y un lugar.
Y fue allí en que se resumió aquel día, en plena Avenida Santa Fe y una ilusión perfecta,
Donde no había padre pero había campo verde y niñez a cuadras,
enmarcando las veredas de la Avenida del Libertador.

 
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