Podría ser contador se resumió aquella mañana.
El campo era verde y la ilusión era perfecta...y yo que había llegado antes de lo puntual.
Antes del mediodía.
Tal vez siempre creí en la magia, en aquello de las botas de tu padre, de punta, tacón.
Y por esas casualidades de la vida se dirigían por plena Avenida Santa Fe, donde el asfalto ardiente comenzaba a dorar los pigmentos de la piel y se movían en zigzag coloridos vestidos, entallados a la cintura, que me habían recordado la llegada de una nueva estación.
Allí se veían los pasos entre el 60 y el 152, dejando huellas con aroma a botas tejanas y estallidos de colores, que ya empezaban a arder subiendo de la punta de los dedos, pasando por el eje de la columna dorsal y estacionando en algún que otro molar.
El campo era verde...
Perfecto.
Y aunque no me habían hablado de un padre, insinuosas se dirigían antes de lo puntual, en un momento, una esquina y un lugar.
Y fue allí en que se resumió aquel día, en plena Avenida Santa Fe y una ilusión perfecta,
Donde no había padre pero había campo verde y niñez a cuadras,
enmarcando las veredas de la Avenida del Libertador.
PROPUESTA
Hace 8 meses
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