jueves, 5 de febrero de 2009

El cuarto elemento

miércoles 14 de enero de 2009


En una ciudad tan estresante y llena de obligaciones se encuentra un oasis,
Una ráfaga de aire golpea en el pecho o simplemente un suspiro.
Avenida Rivadavia, reflejo de la humanidad, apretada por sus gruesos muros de piedras.
En ella se hace presente el paso audaz, el transito como flecha llega sin espacio para un suspiro.
Pero en esta misma esquina de Rivadavia y Cachimayo, se logra reconocer el barrio, que como río atraviesa estos muros.
Se produce el giro, un chispazo que enciende el andar del fuego. Fusión en movimiento.
El paso deja de ser un flechazo, reconoce el ardiente fuego y debido al giro fluye descontroladamente.
Y en el interior de esta callejuela tibia comienza la instrospeccion.
De pronto se siente una ráfaga de aire proveniente del interior.
Aire que nos empieza a regir el andar, marcándonos el ritmo, las sintonías y luego el tope.
El andar llega a su fin creando un espacio para mi mente.
Un todo en constante movimiento, donde la arquitectura se vuelve tu suspiro.
Ráfaga, pequeño suspiro, apriete sus sueños, recorra las almas que le inspiran amor y llegue a su vocación, hoy me salgo de mi.
En el norte albergo, en una dulce espera de respeto y recensión de mi propio interior, así luego de mermar el fuego y el suspiro interior, visitare aquella callejuela que una dulce sintonía me dejo.
Y así como amigos del alma debatiendo, riendo diccionarios y abecedarios, lo acompaño por el gran cariño que esta esquina se apropio.


Al propietario de estas tierras.

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