miércoles, 14 de agosto de 2024

Hojas en blanco.


En el bajo espalda en la unión de los dos glúteos, se estira y se retira.

Recuerdo de un palo y una garrafa de 10 kilogramos colgando en el medio, una mochila y algunos leños.


13 de Agosto del año 2004 y algunas lagrimas.


Como hoja en blanco.

Así he de empezar estos días, escuchando a San Martín de anciano, recitando de valores, lucha y esperanzas.


Pero he aquí una hoja en blanco, donde te encuentras… y en el medio de este enrollo de sentires, hablaba de mi valentía y de la superación de no haberme casado con mi madre.

De la libertad que eso me ofrecía.


Y entre lagrimas que ruedan sobre mi mejilla, debatía sobre un mundo de draculas y descorazonados.


Malvados hombres inhumanos.


Y yo ahí toda apasionada, un tanto sonrojada, quemada en ciertas hogueras que yo misma revivía cada vez que una llama no ardía.


Me encontraba así, no se si era, el fuego de la llama o un carbón quemado como resto de esta hoguera.


Pero ahí permanecía ardiendo, encendida y al mismo tiempo oscura y desvanecida.


La lagrima que bajaba por mi mejilla había llegando justo a mi rodilla derecha y en ese preciso momento me pare para espantarla pero la garrafa cayo justo en mi espalda.


Me sostuve en el silencio y en la quietud.

Y un dolor sordo que no voy a describir pero aun mantengo.


El día transcurría y las lagrimas rodaban por mi pecho, por mis manos, por mis piernas y mis pies.

No había nada que hacer.

Solo quietud. En medio de carbones y garrafas en la espalda.


Horas mas tarde tratando de erguirme a pesar del dolor, logre saludar a mi madre, y observarla tirando un puñado de manipulaciones al tacho chiquito que se encuentra justo pegado a su bacha para lavar los platos.


Y en el medio de aquella ruptura, sentía una braza en el medio de mi pecho, que si vos me miraras a contra luz la verías como se transparenta por mi piel, roja y ardiente,

ya erguida y con el pecho ardido que me llegaba hasta la punta de los dedos, me dispuse a entender el gran libro que en la portada decía Padre.

Di vuelta la primer pagina, Pero era extraño, entonces di vuelta la 2da pagina, y así cada una de ellas.


Y cada hoja era blanca, cientos de paginas blancas.


Quede firme sosteniendo aquel libro con mi mirada puesta en aquella hoja en blanco y el pecho bombeando como zapatero de Malambo.


Pasaron 30 minutos para ser precisa y es ahí, cuando por primera ves en mi vida supe que debía imaginar que describe y que cuenta aquel libro.


Mi cerebro torbellino, unió cables e hizo cortocircuitos.


¡Sera que no tienes idea, lo que es el amor de un hombre?, me dije en voz muy baja a mi misma.


Al día siguiente me dispuse en la tarea de dibujar cada rincón de aquellas paginas en blanco.


Llene mi bolso de acuarelas, carbonillas, algo de acrílicos y un grafito negro.


A mi manera te estoy dibujando.









viernes, 15 de marzo de 2024

Para ser exacta

 

Buen Día, Día, buen día rayo de sol, buen día lluvia, buenos días querida noche.


Buen día Mora; aquí me situó un 15 de marzo, del año 2024. muy cerca de la vida.


Mucho gusto … me llaman soledad, y he de elogiar los buenos modales en cuerpos apasionados.

He de elogiar la bondad, la insistencia, el respeto y el des prejuicio.

He de elogiar quien se la juega y los abrazos.


Buenos días querida soledad, buenos días lluvia que ya te has ido.


Buenos días lluvia, que has humedecido mi rostro, has mojado las palmas de mis manos y has empapado mi alma.


Bonjour lagrimas, que me han recorrrido y me han sanado.


Buenos días Amor, buenos días al propio, quien besa mi frente , mis labios en mis palmas y mis palmas a mi frente y abraza mi pecho, con mis mismos brazos que se vuelven largos y envuelven mi cuerpo.


Donde has estado, todo estos días? Donde has estado hace 958 días.?


Para ser exacta como me gusta.


Es que nunca me he ido, aquí he estado dándote los buenos días cada día, cada hora , cada minuto ...cada instante de mi vida ..


aquí he estado dándote mas que unos buenos días.


Buenos días soledad.


Aquí estoy honrando cada paso que doy.


Y cada día que esta vida me permite, recitarle sus buenos días.


A la soledad del valle y un poco a Mora, porque aunque no te quiero tanto, te amo demasiado.


 
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